Si escuchamos y
observamos a nuestros estudiantes nos daremos cuenta que sus docentes no son
las personas que más admiran y valoran. Peor aun, en muchos casos los ignoran o
hasta se burlan de ellos si no cumplen con sus expectativas. Muchos padres
tampoco respetan ni reconocen la autoridad del docente frente a sus hijos,
contribuyendo a una actitud que afecta negativamente el proceso y los
resultados. No es fácil para los docentes de hoy competir con los grandes
artistas, cantantes, deportistas, influencers y personalidades que muestran un
estilo de vida y una imagen deseable, modelando valores (o antivalores) y
conductas a nuestros hijos a través de sus palabras, acciones y publicaciones.
Desde hace tiempo
tenemos el gran desafío de recuperar el reconocimiento de la profesión docente,
tan importante para el logro de la calidad educativa, del desarrollo y
aprendizaje de todo ciudadano. Recuerdo fui la única en mi promoción del
colegio que decidió estudiar educación. Era difícil enfrentar la percepción de
que esta es una carrera para los que no dan para otra cosa. Muchas
universidades dejaron de ofrecer la carrera, dificultando realizar los estudios
a aquellos que, como yo, teníamos la vocación. Estudié en la Universidad
Católica Santo Domingo junto a un grupo reducido de personas que estábamos
decididas y comprometidas con esta profesión contra viento y marea.
Años después de
graduarme como licenciada en educación y de los programas de maestría tuve la
oportunidad de iniciar y dirigir la carrera docente en UNIBE donde pude motivar
y acompañar a un grupo de jóvenes en su formación inicial como educadoras.
Algunas de estas estudiantes lo hacían en contra de sus padres, otras a
escondidas, luchando contra la presión errada de sus familias y amigos para
elegir otra profesión con mayor prestigio y mejor remuneración de acuerdo a su
percepción. La gran mayoría ya son grandes docentes que realizan una excelente
labor en distintos ámbitos con mejores salarios que muchos profesionales de su
edad.
Hay una gran necesidad
de buenos docentes por lo que las ofertas y oportunidades son cada vez mejores
para aquellos que tienen una buena formación. Pero no todo es color de rosa. La
profesión docente implica grandes sacrificios personales y no siempre las
condiciones de trabajo ni las oportunidades para desarrollarse y crecer son las
mejores. Hay cada vez más presión por el logro de aprendizajes, mayor cantidad
y diversidad de estudiantes y necesidad de innovar e implementar nuevas
estrategias.
No ha sido fácil lograr
el reconocimiento y el respeto profesional del docente en los últimos años. El
acceso a la información, al conocimiento
y a programas online de desarrollo y aprendizaje de manera autónoma también
representa un reto para el docente quien ha dejado de ser la fuente principal
de aprendizaje. No podrá dar la espalda a la tecnología y deberá integrarla de
forma apropiada si quiere continuar siendo el elemento más importante del
proceso educativo.
El pasado 5 de octubre
fue celebrado el Día Mundial de los Docentes con el tema “Docentes jóvenes: el
futuro de la profesión”, elegido por la UNESCO, OIT, UNICEF y PNUD reconociendo
la importancia del docente para el logro de la calidad educativa y la necesidad
de atraer jóvenes a la carrera.
En nuestro país se han
dado pasos para avanzar hacia una educación de calidad, mejorar la formación
docente y para atraer jóvenes cualificados a la carrera. Esto es una tarea de
todos pues el futuro de la educación estará en manos de esos profesionales con
la capacidad de hacer la diferencia en cada aula. Demos el apoyo, valoremos y facilitemos
su trabajo para que puedan enfrentar los desafíos y disfrutar de la inmensa
satisfacción de ver los resultados esperados gracias a su labor.
Ojalá más jóvenes
meritorios se motiven a estudiar esta carrera y quieran ser verdaderos modelos
para nuestros estudiantes. Con el apoyo de todos pueden convertirse en
influencers. Comencemos por el respeto, admiración y reconocimiento de la
profesión y de los docentes que tienen las competencias y se entregan en cuerpo
y alma por ayudar a nuestros hijos a alcanzar su máximo potencial.
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