Por Jacobo Colón, Ciudad Oriental - El
camino recorrido hasta ahora por la más alta dirigencia del PLD es errado y
escabroso, han llenado de incertidumbre a miles de peledeistas que observábamos
a distancia las desavenencias de los contrarios, nunca pensando que en este
partido se vivirían momentos de la misma connotación.
Solo nos faltan los sillazos para completar las escenas dantescas vistas
hace apenas unos años.
Nos enseñaron en primaria que la historia se estudia para aprender los
hechos del pasado y así evitar cometer los mismos errores de los que nos
antecedieron en el tiempo; en un ambiente normal no habría mayores problemas en
los altos dirigentes del PLD en sentarse a observar hacia donde nos encaminamos
para retroceder hacia lo que era el partido antes del 2012.
Revertir las intrigas, desmanes y ofensas, retomar nuestro desviado camino,
pedirnos perdón por las ofensas y pensar más en la población y en la base
desesperada del Partido de la Liberación Dominicana.
¿Por qué no nos sentamos a conversar y limar las diferencias como lo haría
cualquier grupo o persona civilizada?
¿Son tan grandes las ofensas que no nos permiten la reconciliación?
Esto sería lo más sensato, pero prima la irracionalidad en algunos miembros
del PLD, se sienten con el poder para aplastar, para denostar e imponer sus
criterios por encima de todos los razonamientos que se les puedan hacer.
Reunirse ambos grupos del Partido de la Liberación Dominicana para
conversar y buscar puntos de entendimiento es el único camino antes del
precipicio al cual iremos a parar.
Somos como un automóvil sin frenos que nos dirigimos a estrellarnos de una
enorme pared, pero preferimos despedazarnos con el choque antes que ceder un
ápice en la razón que decimos poseer.
Si lo lógico, normal, racional, lúcido, lo que procede, lo entendible,
inteligente y necesario es que los miembros del Comité Político convoquen a un
dialogo sincero y sin amenazas de sanciones, ¿Por qué no lo hacen?
Se dice que todos han tomado partido por uno u otro grupo, se argumenta que
la mayoría es parte de la nómina pública como ministros, embajadores o
asesores, ¿Pero no vale la pena arriesgar esa función por el partido que los
llevó a ostentar esa posición?
Solo hay dos caminos, solo dos, no existen más opciones para el PLD y su
Comité Político, nos sentamos a hablar y deponer nuestras mezquinas actitudes o
salimos del poder sin fecha para regresar y con las consecuencias que esto
conllevaría.
Decía el fabulista Frances Jean de la Fontaine “Cualquier poder si no se
basa en la unión, es débil. ¿Es eso lo que queremos hacer del partido de Juan
Bosch?
La reconciliación debe ser la prioridad, debe concretarse como la única vía
para mantener la estabilidad económica y política de la que tanto alardeamos.
Si no deponemos nuestras actitudes por el partido, sino lo hacemos por la
militancia que irá a las calles en cantidades astronómicas, vamos a hacerlo por
la memoria del hombre que entregó su último suspiro por la unidad de los
peledeistas, el más honorable y desprendido político, Juan Bosch.
¿Es que eran falsos los postulados esgrimidos sobre la liberación nacional?
Los más recientes acontecimientos muestran que en el partido de Juan Bosch
la sensatez se fue de vacaciones, la cordura está de fiesta y el don del
entendimiento esta obnubilado de tanto alcohol que ha ingerido.
Tal vez cuando regrese la sensatez y la cordura o cuando pase la borrachera
que ha eclipsado el entendimiento sea demasiado tarde.
Los peledeistas del comité político deben interiorizar esta frase externada
por Lyndon Johnson, “No hay problemas que no podamos resolver juntos, y muy
pocos que podamos resolver por nosotros mismos”.
En el PLD desaparecieron las reglas de juego, los árbitros imparciales son
asalariados de una de las partes, los compromisos contraídos se irrespetan, la
palabra empeñada vale lo mismo que un “chele majao”, los estatutos son
ignorados, las reuniones se hacen si convienen a intereses de grupos.
Ese es el mensaje que envían las altas instancias del todopoderoso comité
político a su militancia, la indisciplina y el desorden generalizado será lo
único que va a primar en el PLD.
Muchos miembros del supremo comité político deben entender, si no es muy
tarde, que por el camino en el que se transita no habrá ganadores, todos los
peledeistas perderán, uno más, otros menos, pero todos serán perjudicados.
De seguir por el derrotero que llevamos Leonel Fernández y su equipo saldrá
perjudicado porque no podrá regresar a la primera magistratura de la nación.
Danilo Medina no solo deberá bajar las escalinatas del Palacio Nacional,
sino que también tendrá que exponerse a cuestionamientos judiciales por el
proceder correcto o no de los últimos 8 años.
Hay solo dos caminos, elijan ustedes el que quieren transitar.
Unidad es mantenernos dirigiendo los destinos del país, desunión es
sinónimo de derrota, procesos judiciales y descrédito.
En apenas unos meses nos daremos cuenta del que decidimos elegir.
Fuente, CiudadOriental
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